samedi 12 mars 2016

Summertime

I

Miro el alfombra de cuatro patas
cubierta de caos verbal.
Sobre ella se amontonan tótems incrédulos
bastiones de desenfreno hiperactivo
sopa de letras mal revuelta
símbolos borrados.

En uniforme desdén
o agridulce desorden
se posan cartas de aluminio,
una taza de café a medio beber
un cementerio de misiles
cera derramada,
un par de tacones
amenazando las luces
e inocente un afiche que ironiza
la promesa de ser libre.
Por supuesto, no falta el vaso
medio vacío.

Testimonios que observo lejanamente,
como anciana que lee cartas de amor quebradas,
quemadas por el tiempo.
Como cristalinos sonidos de copas gritando
como la cintura del amor
como las noches impresas en blanco y negro.

Me voy revolcando en el tapiz
coronando cada estímulo ruidoso
me pierdo en las trompetas
del venidero verano.
Tomo el inicio de la voz
como punto de partida
del tiempo-espacio,
tomo un sorbo de la moraleja
el laberinto desordenado de la fábula.

Me encuentro ahora, finalmente,
en el piso,
en paredes, en íconos, muecas.
Finalmente me encuentro
pensando en seguirles
esta primavera o la próxima.

II

Estoy probando cosas nuevas
dentro de en un pilón de agua.
Estoy probando cosas nuevas
dentro del ordenador.
Estoy probando cosas nuevas
me observo desde la puerta.

Calculo la distancia
a la que puedo arrojar cenizas
sin ensuciar las tazas de té.
Cuatro días a obscuras
mutando como lamprea del silencio.
Mi madre pregunta si estoy enfermo o triste.
Podría sumar la interrogante
a mis estados de ánimo
a mis ecuaciones con más de una incógnita.

Entre enfermedad y tristeza
no hay una frontera clara
diferenciando sus cimientos
y mi aspecto triste le da a mi cuerpo
los síntomas de la enfermedad.
Mi insomnio está curado.

Todo en este mundo nuevo es odioso.
Todo disminuye mi esperanza de vida.
Todo permanece
en mis reinos
con la promesa de desvanecerse,
todo permanece
en mi cuerpo
en la espera del grito me destruya.

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