samedi 12 octobre 2019

Mi última experiencia en Grindr


Llevo un par de meses distanciada de la escritura por placer, y en realidad todo lo que escribo es por placer.
Me pregunto además cuánto romance se pierde por el hecho de estar tipeando en vez de escribir.
La noche anterior escribí un par de poemas en la libreta de turno. Libreta que me fue regalada por un chico con el cual salía y uno de los que más compromiso emocional logré sentir.
Desvarío y en realidad nada de lo anterior es el motivo que me tiene acá, escuchando the best of Nancy Sinatra y acordándome de una buena amiga que me recomendó escribir esta historia totalmente reciclable pero que esconde la esperanza de liberarme de mis propios vicios a la hora de tipear.

El asunto en concreto que me tiene acá regada frente al pc y tapada como una anciana y con mi té es algo tan superficial y profundo como el sexo mismo y sus numerosas aristas.

Como perteneciente a la disidencia, la diversidad o el adjetivo de moda con que quieran disfrazar nuestra mariconería tan orgullosa, me he visto muchas veces atada al yugo de la desesperación sentimental. Y ya lo dijo Lemebel "Ud no sabe lo que cuesta encontrar el amor en estas condiciones" y no es que una ande buscando el amor como objeto perdido, es más, creo que nunca hemos hecho algo correctamente encausado en la búsqueda o permanencia del mismo.
Siempre es más fácil complacer el deseo de posesión, de adulación o el hecho no poder estar a solas con una misma. Por suerte en mi vida han pasado contados nombres, contados hombres y muy pocos amores, casi todo el tiempo he sido muy feliz de estar sola y he conocido tan pocos hombres con quienes pueda compartir lo que en verdad soy que es una batalla que nunca comencé. El amor.

Existen miles de suplementos y de golosinas con sabores artificiales y de las cuales nuestra comunidad tan vulnerable a la aceptación y a la promesa de un buen polvo y quizás en ese pequeño y tímido quizás se esconde, la promesa de encontrar ese ser compasivo que nos acepte como somos, que nos recorra el cuerpo con respeto y hasta quizás que nos ame.

Creo sin dudarlo que la plataforma que mejor ejemplifica lo que somos en la superficie y por ende en la profundidad es Grindr, con su variada zoología y su compleja oferta-demanda.

Y para no perderme en líneas temporales y datos olvidados comenzaré con mi última experiencia. Aquí en Antofagasta, recién llegada y con un acento diferente al local, con una casa casi vacía y tan dolida por mi última ruptura que fui presa fácil para los creadores de la dichosa aplicación.

Suelo usarla y no quiero por ello desprestigiar (XDXDXD) a quienes la usan, para comprar marihuana al dealer más cercano y acá en Antofagasta donde conozco a muchas personas, menos ganas me quedan de comenzar a hojear el reducido catálogo.

Me habla un tal Felipe, guardia de seguridad, venido del sur con acento medio flaitecito y aunque sin mucho que contarme y sin muchas preguntas quedamos de vernos en la plaza "Los dinos" que no queda en el mejor lugar, pero bueno, yo estaba desesperada por un poco de aprobación de un hombre.

Él vestía jeans azules, zapatillas blancas de esas deportivas y un jockey blanco, me llamó la atención las pocas preguntas que me hizo, cosa poco común en el tan típico histeriqueo local.
Me preguntó si era de Chile, si tenía familia, me contó que llevaba poco tiempo en la ciudad, que tenía una novia que no se podía enterar que salía con chicos y que arrendaba una pieza en la casa de un pariente de ella, el tío o algo así. Fumamos un porro y ni un beso nos dimos, lo que me pareció genial realmente porque él me invitó a drogarme y nos drogamos. No noté terceras intenciones e incluso me preguntó si en otra ocasión yo quisiera ir con él a su casa pero muy discretamente.
Francamente los colmillos y los cachitos me salieron solos, y la sola idea de comerme un tipo con cero ambiente y que además necesitaba discreción me parecieron ideales en una ciudad-pueblo donde todos se han comido con todos. No recuerdo francamente nada especial en la conversación y de hecho, fue muy extraño... lo que más me atrajo de ese chico era su poco contenido y su transparencia al hablar de chicas y de su novia, de su vida en el sur y lo difícil que había sido para él poder salir de la pobreza. Nos despedimos y fue aquí donde noté un interés de su parte ya que me tomó la cara a la altura de la mejilla y pasó su mano muy suavemente, me dio un beso en la mejilla y dijo que le encantó conocerme.
Noté una mirada lasciva y me puso tan hot notar como se contenía en hacer algo más.
Me vine a casa y eso fue todo.

Tenía muchas ganas de volver a verle y pasaron dos o tres días, pero ni una semana, entonces me pregunta por wasap esta vez si me podía llamar un rato. Yo, como mariposa vuelta loca dejé de hacer la nada que estaba haciendo y hablamos cerca de cuatro horas, por este medio. Ahora me habló mucho más y me dijo lo mucho que le gustaba, y cosas que no tipearé para no caer en la auto descripción. Y soy creo la persona más autorreferente a la hora de escribir.
Hablamos mucho de películas y le recomendé miles, quedamos de vernos una segunda ocasión un día en que no estuviera el dueño de la casa donde vivía, idealmente una noche de fin de semana y fumar unos porritos. Me pregunta si puedo llevar unas películas y elegíamos alguna de mi disco duro lleno, LLENO de películas.

Llegado el día de nuestra cita, hasta se ofreció a pagarme un uber, ya que entre nuestras dos casas no hay un transporte oficial. Él vivía en un sector del barrio industrial muy cerca de la línea del tren.

Cuando llegué, me abrió la puerta, me dio un beso pequeño en la boca y se quedó hablando algo con el chofer. El auto se va y me dice que por x lugar quedaba su casa, había que cruzar la línea del tren y me preguntó si había llevado mi disco duro. A lo cual asentí siempre haciéndome la muy coqueta y tiernucha, se me acerca y en todo momento haciendo ademán de galantería hasta me ofrece la mano para saltear unas piedras que había en el camino, cuando estamos cruzando la línea del tren, se voltea hacia mí y me dice "como me caíste bien, no te voy a hacer nada, pero pásame todas tus cosas" yo quedo helada, sin poder reaccionar y viendo como la oscuridad rodeaba todo, no pude ver su cara ya más, pero recuerdo muy bien el brillo del cuchillo que sacó y con el que se me acercó aún más, yo le pasé la cartera y traté de alejarme, cuando en esto intenta tomarme del brazo o algo así y me puse a correr. Lo escuchaba desde atrás diciéndo insultos y cosas horribles, yo con mis cuarenta kilos no corro, planeo, por lo que mentiría si digo que lo volví a tener cerca, pero tengo muy claros recuerdos que me persiguió mucho tiempo más y la línea del tren en esta parte elegida estratégicamente por él no tenía salidas. Sólo rejas a los costados y el metal corriendo horizontal. Yo corrí hasta no escuchar sus pasos, sólo el ladrido de los perros y algunos autos pasando por la calle separaba por esa dichosa reja. Cuando llegué al final del laberinto, estaba casi por el hospital nuevo, y fue cuando recién me digné a llorar y pensar qué hacer.
Pensé en recurrir al hospital o algo similar, pero en mi largo historial de atracos supe que sería en vano pedir ayuda. Me planté en la calle y me puse a hacer dedo, fue aquí también cuando me di cuenta que tenía una piedra en la mano. Lógicamente nadie me paraba hasta que un jeep obligado por la luz roja me pregunta qué me pasaba. Eran dos tipos que venían de surfear o algo similar, les digo que me acaban de asaltar y si me podrían llevar hasta mi casa, me dice, el chofer que si podría mostrarle mi carnet o algo, entonces suelto la piedra y le muestro mis manos, ya no podía hablar.
Me dice que suba, me trae a mi casa y como en ese entonces alquilaban unas amigas de mi hermano el primer piso, les cuento cuando llego que me había asaltado el tipo con el que tenía la cita.
Ellas totalmente empáticas, me ofrecen un té y llamar a los pacos. Nunca he sido de recurrir a la asquerosa fuerza represora, pero pensando en las demás primitas y hasta pensando que podría ser un asesino o alguien aprovechándose de nosotras, acepto y hago efectiva la denuncia.
Esto fue en diciembre aproximadamente y ahora recién en octubre me digné a volver a abrir grinder para comprar otra vez marihuana.
Moraleja no hay ya que no tiene nada que ver la moral aquí, sólo puedo agregar a esta historia que nunca me atreví a decirle a las personas que el asalto fue por un chico de grinder por miedo al "qué dirán".


Me perdono

Te he soñado más veces que las deseadas
he recordado al despertar
más fuerte que lo deseado
una torre de mil caras.

Me huelo al despertar
y recuerdo lo soñado.

Es extraño el recuerdo
y se va ampliando como el horizonte.

Un embudo
y un tapón.

Una tarde al despertar
una torre de mil caras
y tu recuerdo en mi sueño
o en la historia que voy creando
al despertar.

No escribo las cosas
no podría con las mil caras
y sus recuerdos.
Me conformo con vivirlas
cruzando el horizonte de la historia
y su viaje eterno.

Es muy natural el dolor que siento
voy poco a poco quitándome la culpa
disfruto de la sangre
mucho más sana que el dolor.

Ya no culpo este sentir
lo racionalizo
lo hago lógico y justificable.

Me perdono y me libero
me perdono y me libero
un embudo y un tapón.