mardi 4 janvier 2022

Cuando Coloso abra los ojos

El día en que Coloso abra los ojos
por favor
ven a buscarme
afeitado
o con bigote.

¿Qué hora es?

Ordenar lo efímero:
¿Qué hora es allá?
¿Qué hora la que nos cruzamos?
¿Qué hora cuando nos despedimos?
¿Qué hora la que pasó?

Cocaína

Dejaste mucha cocaína
y yo puse tu música
no mereces nada
y sin embargo
aquí estoy
ni un verso más
se acabó.
Cocaína, quizás
pero ni un verso más.

La segunda noche

Tengo la costumbre
de pasar noches sin dormir.
Cuando esto sucede
ya bien entrada la segunda noche
ya bien ahumada, fermentada
se comienzan a automatizar
los mecanismos
dentro de mi cerebro
se comienza a apoderar
del espacio consciente
el subconsciente.

Me paseo por un par de juegos
me desmorono frente al alfabeto
y el saxo, y el piano.

Ya bien entrada
la segunda noche
comienzan a latir
expresiones naturales
me sorprendo
validando todas las imágenes
y una ola de inspiración
me voltea y ahoga
(no sé nadar).

Pero soy feliz
como un zombie comiendo carne
adicta al insomnio, la mecanización
como una guitarra desafinada
bajo la luna llena
junto al precipicio.

No soy

Poco importa el objeto
todo cuanto quiero describir
navega
sobre una fina pátina de ácido
poco importa lo que tenga por decir
esta no soy yo.

Micro

Un embudo gigante succiona
lo que podría escribir
mi cabello maltratado
y la desesperación de viajar en micro
esperando
una vez más
el choque fatal
algo que me saque del cronómetro.

Trazos

Es todo el nudo de mundo
elemento sorpresa
el llamado
construir y destruir
destruirme, encontrarme
lejos
lejos de mi sombra.

Sirvienta de mí misma
una ilusión
es sólo tinta y nada más
sombras proletarias
las guerras del opio.

Ser

Ser
en cualquier lugar
algo
que no deba ser.

Con el frío en mi cuerpo
vejiga llena
letras inconclusas.

Ser
en otro momento, en otro lugar
alguien
que no puede esperar
que no puede ver
que no puede creer.

Con el frío en mi cuerpo
ropa equivocada.

Ser
en la playa
alguien
que no quiere describir
algo
con las baterías
las risas
frío en el cuerpo
ropa equivocada
letras inconclusas.

Personaje

Una niña perdida
en el mercado de Bangkok.
La motoquera
en alguna carretera rota.
La mujer que gobierna el mundo
el fantasma tras la tele
el monstruo de la otra habitación
la sobreviviente
al desnudo, versión extrema
cuarenta días en el Amazonas,
la que se intentó matar.

Una sobre otra
caen asteroidales
palabra, acento
pausa y respiración
prosa y corazón
los sonidos, los ingredientes
labios, tráquea
palabras
que
desde mi cerebro
hasta mis dedos:
un millón de grises telepáticos
interfieren
se cuelgan a la red
de mi admirable
o patética forma de interpretar.

Intento concentrarme
soy quien escribe
algo
vale la pena mantenerme despierta
congelada al living
incapaz de enfrentarme
a la razón
que
se cuelga a la red histérica
que uso para vestir
con un acento recopilado
hablando un idioma que nunca terminaré.

Desde mi cerebro
hasta mis ojos:
un millón de prendas
interfieren
y se cuelgan a la fibra transparente
un clásico salto al vacío
a la escena final.

Océanos interminables
y los ríos, las lluvias, las habitaciones
interminables
los colchones, los edificios, aviones
los trenes, el baño, la ducha y la cordillera
interminable.

Dos chicos en la tina jugando
a lavarse el cuerpo
tres mujeres unidas en duelo
dependiente trastornado
congelador de mundos
quien no se sabe
quien desea saberlo todo
intenta concentrarse y operar
paso a paso
una agenda inexistente
llena de colores.

Hacinada en diálogos
que pertenecieron a otra
a quién conté lo que iba a abandonar
todo cuanto iba a escribir.

Entre prosa y corazón
y colgando en zig-zag
y dobla contra el tránsito
para perseguir
al criminal que puso la canción
y se fugó.

La trama
se va acumulando
contenida en una respuesta
en remolinos
de condimentos y acentos
olores, árboles
el estar bien, el estar mal
los recuerdos de cada una
mis recuerdos junto a personajes
o mi errada interpretación de ellas
vivir
toma por asalto el espacio entre mi cerebro
y el resto de los accidentes de mi cuerpo.