mardi 21 juin 2016

PESADILLA CON KM RIVERO 2

Al llegar yo a casa de esta amiga Maggie, quien por cierto intentó calmarme con un perfume, con un té, con un libro, con unas fotos, etc. Me conecto a internet y me habla una chica argentina, a la cual conocí hace muy poco, para contarme que KM, subió una foto a un grupo llamado “Putxsbizarrxs” donde no sé cuanta gente del ambiente gay bonaerense tienen acceso. Ella junto con calumniar, tergiversar e injuriarnos pide un escrache público para Juan y para mí. 57 minutos habían pasado desde su publicación hasta que esta chica me manda la captura de pantalla, ya que KM claramente me bloquea de la publicación y de su cuenta personal. Pasados 57 minutos habían muchos comentarios de personas pidiendo nuestro “escrache”. Dentro de los comentarios además ella hace una alusión ligera a que ambos estábamos “en la casa de una amiga”.
En ese momento sentí pánico y comencé a ponerme paranoico con todo esto.
Esa primera noche sin dormir a causa de las llamadas, del nerviosismo, de las veces que lloramos. La demanda sabíamos que era algo que no iba/va a ganar, pero la condena social que cayó sobre nosotros fue algo increíble, la gente comentaba “tengo la imagen de una chica, y su testimonio, no necesitamos pruebas” cosas similares y además todo esto me llegaba vía pantallazos de otra persona, quien reitero a pesar de no conocerme hace mucho tiempo, me dijo desde el comienzo que me creía la no agresión de mi parte y la violencia de la que sufrí.
Pasamos la noche y ya durante el día, le envían un mensaje a Juan desde el mismo grupo de convivientes un chico llamado Santiago, que Juan y yo teníamos que ir el domingo a las 13 horas a buscar nuestras cosas o las sacaría la policía. Ambos sabíamos que la policía no puede entrar porque sí a sacar las cosas, pero entonces vimos que el asunto se tornó horrible. Juan fue a trabajar como de costumbre y a la salida iría con un taladro a ponerle una cerradura a la habitación, ya que temíamos por nuestras cosas. Juan va a eso de las tres de la madrugada y cuando intenta abrir la puerta principal está trabada por dentro. Le llega un mensaje de una chica que estaba dentro de la casa diciendo “Juan ándate, hay gente en la casa esperando”. Juan golpea la puerta y le dicen que no puede entrar. Al ver este mensaje y que no lo dejan entrar, partimos a la comisaría a hacer la denuncia por Amenzas simples y lesiones, y por el hasta entonce usufructo de nuestras cosas.
Ya no habíamos dormido una segunda noche. Se estaba por cumplir el “plazo” que dictó Santiago para ir a buscar las cosas, Lisa que estaba en Uruguay, dijo varias veces que esto habia que hablarlo y que “sabía como era KM”.
Santiago hablando ya por KM, siguió insistiendo que sólo abriría la puerta a esa hora.
Juan fue y tampoco quisieron abrir la puerta. Todo claramente en esta oportunidad grabado y registrado para no cometer el mismo error de no alcanzar a registrar. Yo voy a buscar una amiga, que también desde el principio creyó lo que le conté y del miedo que sentía, sobre todo queríamos una presencia femenina en esta ocasión para no dar pie a las mismas falsas acusaciones de violencia de género. A lo que llego a la puerta del departamento, estaba Juan y un amigo de él con algunas cosas de la habitación, los computadores y una impresora. Me cuenta que no pudo más y recurrió a la policía porque estaba la casa nuevamente tomada por muchas personas y sin saber la intención de esta “citación” por parte de ellos. El policía ayuda a Juan, y al estilo práctico de las fuerzas de orden, grita en la puerta “Policía Federal”, ellos abren la puerta y está la madre de KM (militante activa del movimiento feminista “Las Rojas”) sosteniendo un papel en la mano y al menos una decena de personas entre lo que se veía. El policía le explica rápidamente a los ocupantes del departamento, que la casa es de él también y el contrato de alquiler está vigente. Juan entra y de tan nervioso que estaba sólo sacó una impresora y los computadores. Santiago le pregunta ¿Y las otras cosas, no te las llevás? Y el policía interrumpe nuevamente y dice “él puede volver cuando quiera a su casa”.

Decidimos descansar luego de ello, una amiga me prestó su departamento para tomar unos mates y tranquilizarnos e ir a descansar.
Estuvimos en la casa de los padres de Juan quienes muy preocupados por la mente de esta chica, sólo nos pedían por nuestra seguridad no fuéramos más a la casa que a sacar nuestras cosas. A todo esto Juan aún no había podido asegurar la puerta de la habitación.
Dormimos ahí entre saltos y pesadillas y al despertar tomamos fuerzas y fuimos al departamento a poner una cerradura a la puerta de la habitación y quizás a sacar algo de ropa limpia. Al llegar nuevamente no lo dejaron entrar y después de un tira y afloja y sólo con la intervención de Lisa quien en ningún momento hizo otra cosa que tratar de tranquilizar los ánimos, lograron que sólo Juan entrara a la casa a poner la cerradura, mientras yo y una amiga de Juan esperábamos llegaron cuatro personas más a “cuidar” a KM.
Escribo esto en la casa de una amiga de Juan, aún no me permiten ir a buscar mis cosas, estoy con ropa interior prestada y con un dolor en la espalda horrible por acarrear en todos estos viajes el total de las pocas cosas que logré sacar de ahí. Ya no quiero volver a ver jamás a las personas nefastas, ni volver a vivir ahí, la dirección es sabida por todas las personas que quieren “escracharnos” y sobre todo por los amargos recuerdos que guardo en ella. Sólo quiero que esta pesadilla termine.

No puedo dejar de contar algunos hechos puntuales que nos arrastraron a esta vorágine de violencia.
Y comenzaré contando que KM fue la primera persona en recibirme y abrirme los brazos cuando llegué a este lugar, pasaron dos o tres meses y la relación iba viento en popa. Yo le abrí mi corazón e incluso llegué a contarle algunos problemas que tuvimos con Juan en el procesos de adaptación a nuestra convivencia. Todo desde mi parte muy agradecido y consciente de que ella era una amiga de Juan.

EPISODIO 1-El primer indicio de que algo malo pasaba con ella, fue luego de una conversación donde ambos intentábamos resolver cómo hacer dinero de forma independiente. Juan, hace poco se encontró una máquina de hacer pastas afuera de un restaurante de comida italiana, y ella quería hacer fideos caseros y venderlos en oficinas. Yo, que una vez pasé por una situación de querer generar dinero por mi cuenta, le conté que podíamos hacer hamburguesas veganas de lentejas, una receta que Consuelo Advis, me enseñó en Santiago. Acordamos dividirnos los gastos y las ganancias por igual, yo haría las hamburguesas y ella el pan. Con el pasar de los días, cada vez en la producción terminaba yo limpiando todo, cortando todo y ordenando el carro que Karina, me había prestado tácitamente sólo a mí, ya que con KM no se hablaban. Salíamos a vender normalmente, yo empecé a “no poder cortar” el aluminio para darle alguna tarea en la producción y esto le causó cierto resquemor. Juan trabaja en un bar de Palermo, llega a casa aproximadamente a las dos de la mañana, y queremos hacer vida juntos, por lo que generalmente nos levantamos entre las doce y las tres de la tarde. Yo por cierto mi parte del trato la hacía en la noche, y ella hacía el pan el mismo día que salíamos. Varias veces me quedé dormido, varias veces ella se quedó dormida. Luego empezó a no devolverme el dinero que gastaba en comprar los materiales, y finalmente un día me dijo que ya no quería salir conmigo a vender. Yo lo tomé como una oportunidad para no seguir teniendo tratos en común y quedamos en que en un evento que organiza Juan y que nos permitía vender las hamburguesas ahí, sería la última vez que ambos venderían, no quedó muy claro quien se quedaba con ciertas cosas, pero yo aclaré que tanto Luis Cárdenas, que nos prestó la caja de plumativ (telgopor) como el carro de Karina, no se los pediría y la dejaba usarlos. Ella me dijo que bien.
Un día antes del evento de Juan, ella me envía un mensaje diciendo que no quiere hacer nada y que me puedo encargar yo de todo, que si quiere me ayuda con el pan y le paso dinero. Yo le respondo que puedo solo y que me daba risa la constante vacilación de su palabra. Ella me insulta diciendo que ella me dio la idea de las burguers, que me ayudó cuando cuando yo llegué (cosa que nunca desmentiré) y que me había aprovechado de ella. Yo lo dejo pasar.
A unos cuantos días después pide hablarme, yo converso muy tranquilo la invito a un porro y le digo que se acuerde que ella quería vender fideos en la calle, y que no era primera vez que yo preparaba las hamburguesas, que por lo demás el resto de mi vida iba a estar agradecido de la mano y el primer plato de comida que me comí en Buenos Aires.
Quedamos en nada, pero yo quedo más tranquilo de que ya hablamos.
Al día siguiente están tanto el carro de Karina como la caja de plumativ, de mi amigo Luis, estaban en el living común (anteriormente las guardaba ella en su habitación). Sin tener un peso y tras pasar una semana esperando un dinero de Chile, decido salir solo. Por otros motivos además ya ni si quiera nos hablábamos. Yo salgo un par de días sólo y logro hacerme la rutina de cocinar de noche y vender de día. Todo esto le causó aún más rabia y desde ahí ya ni me saludaba.

EPISODIO 2- Yo desde hace unos años practico el activismo independiente siempre apoyado y apoyando a diferentes organizaciones LGTB de Antofagasta y el norte de Chile. Practico el transformismo y una serie de performances del todo queers, feministas y anti patriarcales avalan mi compromiso con las diferentes luchas sociales. Esto KM lo sabía y decide en el tiempo que nos llevábamos bien presentarme a Sasha quien es el organizador de un evento muy ponderado del ambiente under en Buenos Aires. Esta chica muy tierna habla maravillas de mí frente a él y con Juan decidimos invitarles a tomar un trago. Todo divino. Fuimos ella, Juan y yo a una de las fiestas, de la cual hay registros. Cosa que Sasha me deja pendiente una performance o algo en qué trabajar juntos para mostrar en su espacio.
Pasan un par de meses y la situación con KM empeora, pero tácitamente aún somos amigos. Le comento al pasar que hablé con Sasha por facebook porque tenía muchas ganas de mostrar algo, y que habíamos quedado de vernos un día X, no alcanzo a terminar de contarle y me deja solo hablando y se encierra en el cuarto. Al rato después me habla que ella tenía una fiesta con él y que me la dejaba a mí que “ya había usado su lugar” para organizarla. “Yo no tengo tiempo, encárgate tú que sabés mejor de esas cosas”. Yo me sorprendí y comencé a actuar con más cuidado.

EPISODIO 3- Juan, como les conté trabaja en un bonito bar de Palermo. Hay ciertos días en que sobra comida, que prepara el personal, y él la trae a casa para después comerla. Hasta hace, dos meses quizás menos, ella siempre estaba contemplada en nuestras comidas, inclusive a veces sin decírselo ella tomaba su parte y comía tranquila. Nadie se molestaba con esto. Juan estaba feliz y publicó varias veces en en grupo de los convivientes que esa comida era para todos. Al momento de yo llegar, me preocupé por cierto de tener mis cosas, y no quise dejarlas en la habitación y más bien compartí todo, de eso son testigos todos quienes vivieron conmigo, siempre yo dejando en claro lo agradecido que estaba con todos de que me hayan aceptado. Pagaba mi parte del alquiler, y mi parte en los gastos extras.
Cierto momento llegó en que teníamos que comprar cosas para las hamburguesas y para comer con KM ya que prácticamente cociné para ella meses, y yo no tenía dinero. Le digo que recurriré a sacar cien pesos de Juan que luego repondríamos 50 y 50. Ella muy de acuerdo con todo se queda en casa mientras voy a comprar. Al volver le paso la boleta y ella me comenta que si Juan comería de un paquete de fideos de 10 pesos había que cobrarle también, a lo que yo le respondo que si él nos trae pizza con palmitos y comidas sin pedirnos nada, yo no le iba a cobrar nada.
Ella cambia la cara y se va a su cuarto. Sin pagarme. Cuando pasa el día le pido sus cincuenta y ella me dice que no sabe de que estoy hablando. Decido pagarlos yo sin decir nada. Pero claramente no volví a ofrecerle algo similar.

EPISODIO 4- Juan celebra el aniversario del bar y tiene dos invitaciones a un bar abierto. Decide invitarnos a KM y a mí. Esa noche hasta lloramos de ebrios al decirnos lo mucho que nos queríamos y lo lindo que era tenernos, ella se disculpa por un par de pequeñas situaciones diarias que no vale la pena escribir, por lo banal. Y volvemos a casa yo con vaso en mano y riendo de ebrios. Al día siguiente mi resaca era tal que no me podía ni mover. Vomito un par de veces y ella nos ofrece a Santiago y a mí comprar hamburguesas en un local del frente. Vamos los tres y yo siento un mareo horrible. Le dejo cien pesos y me voy diciendo que no puedo estar ahí.
Vuelven, me pasa una hamburguesa que costó 25 pesos y no me pasa el dinero sobrante. Yo sólo sigo durmiendo y decido pedirselo ya esta vez con un poco más de audacia al día siguiente cuando me sienta mejor. Al día siguiente dice recordar ya haberme pagado. Por lo que le dije, que yo estaba muy pobre así que claramente cien pesos en esas condiciones era una cifra que no iba a olvidar haberle pasado y que desde ahora en adelante no tendría tratos económicos con ella.

DATOS ANEXOS-
1- Dos días antes de la agresión que sufrí, esta chica publica en el grupo en el que aún estaba que quería cambiar “clonazepán” por porro, dos veces sin que nadie le respondiera.
Al día siguiente estoy fumando con un amigo mío y ella se para en medio hasta que él, le convida, fuma y se va a su cuarto. Al irse mi amigo decido regalarle un poco “por los buenos tiempos” y le dejo en claro que no quiero ser su amigo pero entiendo su desesperación.

2- Al menos desde hace tres meses se la escucha llorando en la habitación cuando: No tiene porro o cuando han pasado un par de días y Juan no va a pasar un tiempo con ella. Esto se lo dice claramente en una discusión que tuvieron.

3-Los conflictos empezaron siempre por su lado, y Juan, no yo, trató al menos unas cuatro veces de conversar con ella, la última vez ella lloró, le contó que estaba muy mal y se sentía sola, que aún no podía superar un amor pasado, etc. Desde ese día tratamos de no coger cuando estuviera ella, porque se ponía incómodo Juan, por algo que si bien no me explicó entiendo que es como comer helado frente a los pobres.

4-Días antes de esto ella publicó en el mismo grupo de convivientes que si estaba rara era porque empezó a tomar clonazepán.

5- Desde que yo estoy en esa casa y prácticamente hace seis meses, que ella no mantiene una buena relación variando de violencia a indiferencia con dos de las chicas del departamento. Al punto que luego del episodio de violencia, una de ellas sólo pudo llamar a su terapeuta. Quien ya sabía de todos estos problemas y le advirtió irse del departamento.

6-Se podría decir que todos quienes han vivido ahí han tenido un pequeño o gran problema con ella de temas domésticos, revisando las conversaciones leo al menos unas cuatro veces que le dicen “yo sé como hablás y te ponés vos”.

7-Días antes KM le rompe un vaso lindo a Juan porque estaba sucio en el lavaplatos. Y en el que bebió un amigo de muchos años con el que KM tuvo una relación pasajera. En un comienzo no especificaba porqué lo rompe pero luego le dice que a Juan no le importa llevar gente a la casa que ella odia.

PESADILLA CON KM RIVERO

o Mi testimonio de violencia


Comenzaré hablando del suceso puntual al que esta mujer se refiere en su publicación.
Estaba con Juan tostando pan en la cocina para desayunar. Las piedras de Churro (el gato) junto con cacas del mismo esparcidos en el pasillo. Justamente, el día anterior estaba la comida de Churro esparcida en el pasillo y dentro de su plato de agua. Y esto ya había generado una discusión por un grupo de chat privado de facebook “Lxs Convivientxs”. Donde ella se expresó violentamente con palabras como “sos un oportunista”, “te hacés la víctima”, etc. Yo, como lo he hecho casi toda mi vida, pedí respeto varias veces y le dejé en claro que no quería armar un escándalo de ello. Por lo demás si el agua de su gato estaba todo el día llena de los pelets (granos de su comida) remojados, era sólo una preocupación general por Churro, el gato.
Intervienen más personas a apaciguar los ánimos. Yo me retiro de la conversación y digo que no me gastaré discutiendo. Ella me habla al chat interno, me dice que lo mejor sería conversar conmigo o “agarrarnos de los pelos”, “para no acumular enojos”. Yo le digo que no quiero tener acercamientos con ella, porque ya me había herido varias veces antes y conociendo la manera en que expresa sus problemas, no me iba a prestar para ello de nuevo. El tema de la limpieza ya lo había organizado Lisa (una chica de la casa) y yo haría mi parte como todos.
El día anterior a esta discusión falleció mi abuela, dejando un espacio que por el resto de mi vida arderá. Fue ella quien estuvo casi por entero dedicada a darme amor en toda su vida. Por lo que estaba bastante mal al momento de ocurrir este intercambio de palabras con este sujeto. Otra chica que vive allí, Karina hace mucho tiempo ya no le habla más a KM que los saludos protocolares. Me invita unos cafés y conversamos un rato, lloro, le cuento mis cosas, reímos y volví a casa mucho más tranquilo. Le mando nuevamente un mensaje a KM, diciéndole, que quiero “hablar como los humanos”, pero otro día porque me siento muy mal a causa la muerte de mi abuela. Se despide diciendo lo “soberbio que yo era” y con palabras irónicas hace alusión a que me quedaré “solo”. Decido ignorarlo.

Estaba con Juan tostando pan en la cocina para desayunar, las piedras de Churro junto con su caca esparcidas en el pasillo. Y como esto ya generó una discusión de envergadura el día anterior, yo le digo a Juan riéndome que no la limpiaría (ya que esa semana según el cronograma de limpieza que Lisa organizó era de ella justamente), no termino de decir esta frase y abre de un portazo la puerta de su habitación, comienza a gritar “sos una víbora” y un sinfín de insultos en un lunfardo que como extranjero no entendí nada. Yo le digo, “déjame en paz, estás hablando como ebria”, ya que pronunciaba las palabras con demasiada saliva en la comisura de sus labios, me miraba perdidamente y hacía muecas que francamente parecían más las de un perro rabioso. Sigue gritando un rato y yo abro la ventana para que al menos entrara ruido de la calle y no escucharla. Juan le dice “KM, estás proyectando cosas tuyas en Germán”. Al decir esto, ella se acerca a mí y comienza a amedrentarme con pechones y toquecitos bruscos en el hombro, yo le sigo diciendo que se mire que parece loca y ebria entonces me da una cachetada en la cara. Como Juan estaba en la puerta de la cocina logra tomarla por la espalda y se hace un forcejeo horrible. KM a arañazos y “saltos de pez” comienza a intentar acercarse a mí, se golpea contra una ventana que da al patio de la planta baja y vivimos en un cuarto piso, Juan la sostiene desde atrás todo el tiempo, y esto de la ventana me causó miedo de que cayeran al vacío. Por lo que tomo mi celular y le digo ¡te voy a grabar loca! Al ver ella que tomo mi celular se me lanza con mucha más rabia, Juan estaba atrás de ella todo el tiempo intentando sujetarla, me llegan no sé qué tipo de golpes, pero se me cae el teléfono y me agacho a recogerlo, teléfono en mano la veo acercarse otra vez, por lo que se lo lanzo a una distancia muy corta. A ella efectivamente le cae a un costado del ojo. En esto entra Karina quien escucha el ruido de los gritos, inmediatamente toma una postura de apaciguamiento y escucha con calma los gritos de KM: “Me pegaron son unos machos violentos”, “Les va a caber la demanda”. Karina la ayuda a lavarse la cara ya que salió un poco de sangre. Juan estaba llorando tenía la cara arañada y las cabeza un poco herida. Ella como siempre sigue gritando amenazas con términos que no tengo integrados a mi lenguaje, pero recuerdo algo como “a vos te voy a seguir” “con vos tengo algo”, quizás me equivoco, pero mi cerebro lo interpretó así. KM dice que nos va a denunciar por “Violencia de género” y le pide ayuda a Karina para ir. Ella amablemente se niega y le dice no se va a hacer partícipe de esto. KM por lo consiguiente se va sola de la casa rumbo a hacer la denuncia. Juan y yo en un ataque de nervios no largamos a llorar, y Karina nos llevó a su habitación que da junto a la puerta del departamento mismo. Nos quedamos ahí y, por mi seguridad, Juan decide que me tengo que ir a casa de una amiga de él. Tomo un bolso que Karina armó casi entero por mí ya que yo no podía hacer nada. Juan me pasa un papel con la dirección y dinero para el taxi. Esa es la ultima vez que pisé la casa. Juan se queda en la habitación de Karina, llama a su amiga Catalina, para que esté con él cuando KM vuelva porque tiene miedo de lo que suceda. Ella regresa a la media hora, quizás menos según estuve enterándome ya que regresó antes que de lo que me demoré en llegar de Microcentro a Belgrano en taxi. Con un parche más pequeño que una curita normal y gritando “Les hice la demanda, les va a caber la demanda” y les pide un cigarro. Juan la ve tan ida de sí que decide viajar al segundo lugar donde yo estaba y pasar a noche conmigo, en un barrio alejado de donde sucedió todo.
Al llegar yo a casa de esta amiga Maggie, quien por cierto intentó calmarme con un perfume, con un té, con un libro, con unas fotos, etc. Me conecto a internet y me habla una chica argentina, a la cual conocí hace muy poco, para contarme que KM, subió una foto a un grupo llamado “Putxsbizarrxs” donde no sé cuanta gente del ambiente lgbt bonaerense tienen acceso. Ella junto con calumniar, tergiversar e injuriarnos pide un escrache público para Juan y para mí. 57 minutos habían pasado desde su publicación hasta que esta chica me manda la captura de pantalla, ya que KM claramente me bloquea de la publicación y de su cuenta personal. Pasados 57 minutos habían muchísimos comentarios de personas pidiendo nuestro “escrache”. Dentro de los comentarios además ella hace una alusión ligera a que ambos estábamos “en la casa de una amiga”.
En ese momento sentí pánico y comencé a ponerme paranoico con todo esto.
Esa primera noche sin dormir a causa de las llamadas, del nerviosismo, de las veces que lloramos. La demanda sabíamos que era algo que no iba/va a ganar, pero la condena social que cayó sobre nosotros fue algo increíble, la gente comentaba “tengo la imagen de una chica, y su testimonio, no necesitamos pruebas” cosas similares y además todo esto me llegaba vía pantallazos de otra persona, quien reitero a pesar de no conocerme hace mucho tiempo, me dijo desde el comienzo que me creía la no agresión de mi parte y la violencia de la que sufrí.

Sinceramente, podría seguir contando una serie de pequeño episodios de una persona que se ganó mi confianza para de la forma más estúpida intentar violentarme. No es jamás mi intención empezar a dejar los “trapitos al sol” pero me encuentro en una situación tan desventajosa al no estar rodeado de quienes me quieren y conocen la integridad de mi ser. Me veo en la bajeza de explicarle al mundo lo que titulé MI PESADILLA CON KM RIVERO desde hace seis meses hasta acá. Estaré eternamente agradecido de quienes me abrieron las puertas de la casa que por este tiempo me sirvió de “hogar” y de las personas que hermosamente pude llamar “familia”. Karina y Lisa, no voy a etiquetarlas en nada, pero creo que siendo siempre leal a la verdad no se enojarán por la soltura con que uso sus nombres. Lo que sucedió es una novela que recién está comenzando, ya que como ciudadano extranjero no puedo salir de Argentina con causas a en mi contra, no puedo si quiera estar seguro de la renovación de mi residencia. Por lo demás esta muchacha conoce gente que si bien esperé que la apoyaran de forma más decidida, son personas que se dedican encarecidamente a apoyar a las victimas de cualquier tipo de violencia real. No quiero manchar con esto el nombre de “Las Rojas” o el “PTS” o “Pan y Rosas”, pero hay miembros de estas agrupaciones y partidos haciendo guardia en el departamento “cuidando” a KM RIVERO. Claramente la imagen de por sí habla sola, y "es una mujer violentada por dos hombres en su propia casa", una imagen del todo aterradora. Con esto no sólo deslegitimiza una causa de siglos, de REAL SANGRE VERTIDA de mujeres que viven una pesadilla, de tantas amigas travestis (lo que para mi es un honor llamar TRAVESTI) que han muerto por la violencia diaria de llevar la lucha en el cuerpo. Me apasiona hasta el fondo y no por este cruel episodio dejaré de enarbolar con mis performances las luchas de género. Me da una nueva fuerza para mostrar la otra cara de esta moneda, la cara que me tocó vivir. Un chico de 45 kilos contra una mujer que practica defensa personal y que dista mucho de ser una mujer practicante del pacifismo.
Concluyo agradeciendo de antemano por el apoyo de todas las personalidades e instituciones que me apoyan desde Chile. Por lo demás no tengo miedo, estoy con un buen hombre cumpliendo medio año de relación, tras casi dos de espera, esta señorita KM RIVERO, sólo hace que nos aferremos más a lo único que realmente tenemos....El amor.






Pantallazo de publicación hecha en "Putxsbizarrxs" 

mercredi 8 juin 2016

Una flor se subió arriba de un cajón

Tuve un sueño de esos que son con música. Desperté tarareando una canción de una flor que subía y bajaba de la cama.
Era mi nueva casa de Santiago, el clima era frío y mi mamá tenía miedo que nos enfermáramos por no estar acostumbrados al clima. Por lo mismo, no nos dejaron a mi hermano y a mí que compartiríamos un habitación, tener alguna con ventana a la calle.
Yo estaba feliz, de igual forma, compartiría la habitación sólo con mi hermano, tenía un piso de verdad, para tirarme encima sin ensuciarme, para extender a lo ancho de mi mundo un mapa.
La paredes eran de cemento y el comedor quedaba separado de la cocina.
Nuestro cuarto al fondo y con sólo una ventana que daba al patio de la vecina.
Ella tenía un galpón enorme con techos de vigas expuestas, donde guardaba y teñía flores sintéticas. Era una imagen hermosa ver los tambores llenos de líquidos de colores, violeta, amarillo y rojo, etc. Las flores arrumadas en algún muro despedían un olor maderoso y húmedo. Los mosquitos eran muchos y los zancudos chupa sangre entraban nada más al abrir la ventana, cosa que a mi madre no le gustaba. Y nos prohibió abrirla.
Ahora que recuerdo borrosamente la atmósfera de esa casa, concuerdo con mi madre, hermana y abuela, quienes en ningún momento quisieron mucho el lugar. Un poco estrecho y daba a una avenida concurrida, sabemos lo del ruido y los autos y los testigos de jehová, comunes en los barrios marginales. Haciendo memoria, mi hermana en la habitación de al lado escuchaba Led Zeppelin, algunas cajas aún estaban cerradas, y el colchón del camarote de arriba aún no llegaba, teníamos que dormir mi hermano y yo juntos en la cama de abajo, mirando las vigas de madera expuestas. Imaginando que estábamos dentro de una jaula, o que esas vigas eran los puentes de algún muñeco de moda.
Tenía un pequeño jardín con rejas a la calle tapadas con una especie de lámina metálica. Justo en medio y rodeado de cerámicas en forma de ajedrez, un escuálido limonero al que jamás le maduraron los frutos.
Son muchos los amargos momentos que esa casa le dio a mi mamá, tan amargos como los motivos que la motivaron a irse de Antofagasta, a ella el mundo se le volteó, con tres hijos, y la secundaria incompleta. Ya no había más que hacer ahí. Eso bien lo entiendo ahora, fuera, lejos, acá.
Hay pocas fotos de la casa que nos acogió menos de un año, todas envueltas en la misma fría y brumosa atmósfera. Celebraban un cumpleaños, mi abuela tomaba vino y mi madre café, se ve un pastel en medio, que no sé de quién es, yo y mi hermano no estábamos por su puesto.
Recluidos en la habitación, con la ventana abierta respirando el olor de las flores sintéticas, en mi piso nuevo, en mi habitación nueva, con el globo terráqueo encendido, jugando con una flor, mirando mi jaula y cantando:
Una flor se subió,
arriba de un cajón.
Cuando el cajón se movió,
la flor se bajó.