La despedida

Lo más paradójico de todo
es que si la tuviera otra vez
frente a mí, o mejor aún
a mi lado
abrazándome
o intentando cambiarme la cara
constantemente en descenso.

Lo más paradójico
es que no hablaríamos nada.

Parece que todos los días fueron ayer
cuando transformada en mi pastel de cumpleaños
la vi entrar cargada de videos mal grabados
y los regalos que en verdad quería.

Parece que todo fue un segundo
y esa noche no se va de mi cabeza
toda marchita en la cama.

Y es que no hay un límite claro
entre lo que en verdad nos dijimos
y lo que mi mente imaginó.

Quise verla
viéndome a través del computador
pensando que el futuro
ya estaba
gastado
quise verla riendo
intentando cambiarme la cara
constantemente en descenso.