Desayuno dosis de cerezas cannábicas,
siento la grandeza en mi cuerpo, mostrándose.
Ventilo ideas al ritmo de una caja
donde danza el polvo de las estrellas.
Comprendo poco a poco
que todo es este minuto.
No puedo pensar en sólo un idioma.
Camino al mareo
camanchaca, humo, sostén de brumas.
Me intoxico en la felicidad de saberme acariciado;
no obstante, ahora
tengo la facultad de mandarte a la mierda.
No oculto querer llevarte a mi cama al subir tácitos escalones
que niegan sensual cada una de las propuestas.
Hubo una discusión sobre la medianoche que no tuvimos
el alcohol habló en mi defensa
comencé a besarte
escupí mi rostro cada vez que me contradecía
caigo en la autodestrucción
y adelanto el suicidio disfrutando la necrosis del yo.
Se huele la coprofilia de cagarme
en cuanto seas permisivo
fumo los problemáticos intentos de respirar,
me revuelco cerda en la charca adicta
mirando moscas y distorsión sobre cada granada.
Tengo la fuerza de saltar en vuelo los acantilados
gritando maniática los truenos del alma.
Tercianas estallan, megadosis, estímulos eléctricos
mi cuerpo se deshace en fuegos de cascada
me levanto el ánimo ironizando mi convertir.
Me consagré en sentir los frutos podridos.
Quizás no comprendo el significado de un beso
ni las ansias de mi cerebro de pájaro aterrado.
Quizás no puedo iluminar el cielo con mis fantasías
ni detener las gotas de lluvia que riegan las malezas del jardín.
Eres bienvenido a correr conmigo e invalidarte en mi nulidad,
a transpirar mis miedos y desconocerme por las noches.
Hacia el pantano de mi mente fermentando humedades,
hasta desnutridas bocanadas de mi aliento en lluvia.
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