lundi 9 février 2015

Bacherolette

Trabajo leído en mi primer día junto al Círculo de Artes Manuel Durán Díaz año 2010


¿Cómo podré explicar lo que siento con simples palabras?

No existe vocablo en ningún idioma que contenga palabras para sentimientos tan intensos, erosivos y fugaces. Como gaviotas zambulléndose para conseguir un pescado, luego siguen volando secas, pero con el frío en sus huesos.
Son como violines en una canción de rock, incómodamente perfectos.
Como campanas de una catedral.

Tengo lágrimas contenidas, empero hoy no por vergüenza (u orgullo), estropearían mis confusos pensamientos, transformándolos en algo triste; entonces, sí tendría un nombre mi sentir, ya no serían ondas del mar que no alcanzaron a ser olas.
Ya no sería como el estupor  al abrigarse tras una ducha helada.
 Ya no sería como el vuelo coordinado de dos palomas.
Sólo tristeza, vacío y depresión, las mismas palabras manoseadas por poetas y escritores… Lo mismo de siempre.

Yo no quiero eso, quiero mis propias emociones y las preservaré con celo, para quien sea capaz de sentirlas entienda de qué hablo.
Y cuando alguien vea una tarde clara, pero sin sol, dos aves volando coreográficamente después de romper la línea de altitud cero, mirará esas que con todo quisieron ser olas pero sólo son ondas en un océano inmenso y mal llamado pacífico; entonces sabrá cual es mi conmoción y un escalofrío nos unirá sin jamás habernos conocido… Le habré ganado al diccionario.

No serán términos redundados y sin valor individual, sin haber escrito más sabrás que no he mentido. Comprenderás que la sencillez no tiene espacio en la extensión de nuestros sueños… Espero logres entender cuando sobran lágrimas y estorban la congoja y la resignación, es como tener palabras sin vocales tatuadas en los huesos, como un muro rayado con graffiti.

En estos períodos soy una gota de agua dulce sobre el mar, no me siento parte de la mole salada, pero cuando te bañas puedo besar tu piel sin ser yo.
Cual témpano sobre el mar.

Mis emociones son como renacuajos que germinan y crecen en el agua estancada, pero agonizan sobre una tierra áspera, me deterioran lentamente como un glaciar, pero deja surcos a través del tiempo, consume mi voluntad, me lleva al borde de la tierra conocida y me devuelve desnudo.

Sentimientos se sumergen en el mar y no salen, cuando los creo ahogados y sin vida, emergen lejanos de donde los vi, victoriosos y con un enorme pez entre sus fauces, mi gran energía vital es llevada hasta su nido donde pequeños sentimientos esperan ávidos y hambrientos un bocado de ese pez… Y así, día a día miles de pájaros irrumpen mi océano, mientras yo me embriago y tartamudeo pretendiendo  declamar con fonemas prehistóricos las esquizofrenias de mi alma y sus matices sonoros.

Al final sólo quedo yo, ahogado en un mar de incertidumbres, con el cuerpo roído por las incesantes emboscadas de mis difusos pensamientos.
Varado a kilómetros de lo que cierto día consideré mi hogar de violines y escalofríos.

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