lundi 15 juin 2015

Insectos

Hay algo pudríendose bajo la cama,
hay millones ojitos mirando
desde sus diferentes perspectivas
la anarquía bing-bangiana.

Todos testigos de mis inciertos horarios,
de mis más absurdos hábitos, mis TOCs.
Han estado muy contentos de verme
y me han obligado a quedarme al té.

Poco a poco comienzan a hablarme,
primero unos, luego aquellos,
un par, un millón de voces
un millón de ojos
un millón de veces
ansiosos por hacerse escuchar.

Lógicamente quedo perplejo,
decido ignorarlos, fingir al menos.
Ellos gritan, cuentan mis obsoletos
repiten palabras que había olvidado.

Muy seguros de conocerme a la perfección
se aventuran a persuadirme con fragmentos
de hojas que arrojé al piso semiterminadas.
Con ideas rotas, con menstruaciones de la pluma.

Conservo la calma...
Ignoro al insectoide
que abre la puerta de mi habitación.
Bajo la cabeza concentrando la sangre
sobre el parietal.

Busco una posible explicación,
quizás la respuesta enhebrada de mi madre,
o el nombre científico para el ejemplar
qué continúa mirándome,
un millón de veces
con un millón de ojos
mientras lo huelo.

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