jeudi 19 septembre 2024

Erratas

Dentro de la deseperación
de la desilusión
perdida en esto
que llamo mi culpa.

Me acerco nuevamente a esta maldición de noches en blanco
de vueltas en la cama musicalizadas por el ritmo de la feria.
Pienso en el día que quizás me persiga hasta el último de mis pensamientos.
Y es que mirando hacia atrás
el dia que me fui a Buenos Aires.

Pienso que, si no hubiese ido serían otros mis remordimientos
que la espera de ese viaje tamnién me estaba enfermando.

Pero el camino del tiempo es uno
de un sólo sentido
aunque a veces pareciera no tenerlo.

El caso es que mi último día en Antofagasta
me fui al bar donde trabajaba y me embriagué.
Volví a casa corriendo, me esperaban afuera
a recojer mis maletas y como siempre
caer en la realidad:
me esperaba mi madre en pijama
mi hermana y mi sobrino...
mi abuela, acostada, esperándome...

La despedida fue como si tomara en una mano mi cabeza
en la otra mi corazón
y los estrellase con fuerza para romperlos.

No tengo otra metáfora.

En el bar estuve con Nicole y demás personas que
al día de hoy no veo a nadie, no me hablo con nadie,
no nos preguntamos mutuamente cómo estamos.

Pude haberme regalado un último té con mi abuela
con mi lela.
Pude haberle regalado unos minutos de mi día
y dejar de ser un insecto que se deja encandilar por la luz
por la luz pasajera de las alegrías ficticias.

No es muy asombroso mi ralato, tampoco sus consecuencias.

Ahotra, como antes, vivo en su casa
con sus cosas
haciendo cosas similares a las aprendidas.
Comportándome como siempre, perdida, arrojada a la luz.
Envuelta en tinieblas,
en la pesada realidad del error.